Víctimas de asalto / atraco
Los asaltos a las personas en la vía pública generan una percepción de inminente peligro y desprotección. Cuando un individuo sufre un asalto, presenta una serie de reacciones a nivel psicológico y fisiológico debido a la vivencia de amenaza a la integridad personal. Las respuestas inmediatas ante un suceso traumático serán diferentes en cada individuo y variarán según la naturaleza y consecuencias de la agresión.
En la primera etapa, también llamada etapa de shock, que puede durar desde algunos minutos a días, el sistema defensivo del sujeto se activa ante el peligro, lo que puede facilitar o entorpecer el enfrentamiento a la situación y la posterior reacción emocional. La respuesta al trauma estará dada por la percepción de la amenaza y el significado que adquiera el hecho traumático; dicha percepción dependerá tanto del acontecimiento en sí mismo, como de las características de la persona. Una vez superada la etapa de shock puede aparecer una respuesta emocional que se caracteriza por horror e indefensión.
Estas personas pueden llegar a desarrollado un trastorno de estrés postraumático (TEPT) y los síntomas que se observan son recuerdos recurrentes del hecho, pesadillas, evitación de conversaciones, personas o lugares que evoquen el trauma, alteraciones del sueño, irritabilidad e intensa angustia. (Carbonell y Carvajal, 2004)
Caballero, Ramos y Saltijeral (2000) llevaron a cabo un estudio con el fin de determinar las consecuencias psicológicas que presentaban aquellas personas que habían sido víctimas de un robo en su casa. Concluyeron que, a corto plazo, presentaban miedo, incredulidad y negación y que como consecuencias a medio-largo plazo se podía observar malestar psicológico, recuerdos recurrentes del suceso, preocupación por el futuro, hipervigilancia, problemas con el sueño y sentimiento de inseguridad.
Los asaltos a las personas en la vía pública generan una percepción de inminente peligro y desprotección. Cuando un individuo sufre un asalto, presenta una serie de reacciones a nivel psicológico y fisiológico debido a la vivencia de amenaza a la integridad personal. Las respuestas inmediatas ante un suceso traumático serán diferentes en cada individuo y variarán según la naturaleza y consecuencias de la agresión.
En la primera etapa, también llamada etapa de shock, que puede durar desde algunos minutos a días, el sistema defensivo del sujeto se activa ante el peligro, lo que puede facilitar o entorpecer el enfrentamiento a la situación y la posterior reacción emocional. La respuesta al trauma estará dada por la percepción de la amenaza y el significado que adquiera el hecho traumático; dicha percepción dependerá tanto del acontecimiento en sí mismo, como de las características de la persona. Una vez superada la etapa de shock puede aparecer una respuesta emocional que se caracteriza por horror e indefensión.
Estas personas pueden llegar a desarrollado un trastorno de estrés postraumático (TEPT) y los síntomas que se observan son recuerdos recurrentes del hecho, pesadillas, evitación de conversaciones, personas o lugares que evoquen el trauma, alteraciones del sueño, irritabilidad e intensa angustia. (Carbonell y Carvajal, 2004)
Caballero, Ramos y Saltijeral (2000) llevaron a cabo un estudio con el fin de determinar las consecuencias psicológicas que presentaban aquellas personas que habían sido víctimas de un robo en su casa. Concluyeron que, a corto plazo, presentaban miedo, incredulidad y negación y que como consecuencias a medio-largo plazo se podía observar malestar psicológico, recuerdos recurrentes del suceso, preocupación por el futuro, hipervigilancia, problemas con el sueño y sentimiento de inseguridad.